UNA SALIDA COREANA AL CONFLICTO EN COREA
La segunda reunión, en apenas un mes, de los Presidentes de Corea del Sur, Moon Jae-in, y su par del Norte, Kim Jong-un, tuvo lugar en la militarizada línea de demarcación, y según las informaciones que se conocen ha tenido como objetivo principal facilitar la realización del encuentro planificado entre King Jong-un y el Presidente de los EE.UU, Donal Trump, con el fin de intentar sentar las bases para un acuerdo sobre el desarrollo nuclear y balístico de Corea del Norte.
El día anterior del inesperado encuentro entre los Presidentes coreanos, Trump había hecho pública su intención de suspender el encuentro acordado con su par de la República Popular de Corea (RPC), previsto para el próximo 12 de junio en Singapur. Apenas 24 horas más tarde de la reunión entre los mandatarios coreanos el Presidente de los EE.UU rectificaba y dejaba abierta la posibilidad de la reunión.
Sin entrar en un relato histórico sobre el complicado conflicto alrededor en la península asiática, valga señalar que solo en las dos últimas décadas esta situación ya ha llevado a la humanidad, en dos de ocasiones, al borde de una guerra nuclear.
Las prácticas de ambas parte se han nutrido hasta ahora de un constante intercambio de amenazas apocalípticas e irresponsables sumadas a regulares y peligrosas maniobras militares, que finalmente penden del hilo de cualquier fallo o equivocación humana, dado el estrés político imperante.
Hasta el momento este conflicto ha girado en torno a una “guerra imposible”, dado que Rusia, China y Japón (países vecinos y cercanos) se verían afectados directamente, sin contar por supuesto consecuencias ecológicas incontrolables. Cualquier conflicto armado no hay que calcularlo sobre la base de la evidente asimetría de los contendientes, porque no hay guerra nuclear limitada posible sin poner en peligro a toda la humanidad.
Corea del norte busca, desde hace casi tres décadas ha sido asegurar, mediante el desarrollo de su arsenal nuclear, su seguridad nacional y el problema actual es que ya lo ha logrado. Su aspiración, más allá de cualquier juicio político, ideológico o de otro tipo, es básicamente legítima y razonable, lo cual es también equivalente desde el punto de vista de sus contrarios, es decir Corea del Sur, Japón, y sobretodo de los EE.UU que argumentan sentirse “amenazadas”
Es relevante señalar que curiosamente no han sido las presiones de los EE.UU a Rusia, y mucho menos a China, vecinos y socios en cierta medida de Corea del Norte, las que han logrado esta novedosa línea de distensión y contactos directos nacionales, sino la mano abierta del Presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, un firme partidario del dialogo nacional. Su invitación fue rápidamente aceptada por Kim Jong-un, y es bueno subrayar que entre ellos no necesitan traductores, puesto que ambos son coreanos, hablan el mismo idioma y forman parte del mismo pueblo.
Los dos presidentes coreanos llegaron, en su primer encuentro, a un primer acuerdo, la llamada Declaración de Panmunjom, el 27 de abril de este año, que podría ser histórica. En ese documento ambas parte se han comprometido a “trabajar para lograr la total des-nuclearización” de la península.
Además este segundo encuentro inter-coreano ha dejado encima de la mesa la propuesta de una reunión trilateral (EE.UU, y las dos Coreas), posterior a la de Trump y Kim Jong-un.
Lo que se podría denominar “una salida soberana coreana” seguramente contará con el apoyo de China y Rusia, que se han pronunciado por abordar el conflicto desde la diplomacia, el diálogo y acuerdos, Pero los temas para un acuerdo negociado de estabilidad y de desarme nuclear y reducción de la militarización, a términos razonables, deberá también abordar la firma de un Acuerdo de Paz entre ambas coreas, dado que la guerra terminó con un simple armisticio y una zona de demarcación, lo que incluye zonas fronterizas en litigio.
Fomentar y facilitar los contactos de las familias separadas y fomentar la cooperación, de todo tipo, y confianza mutua entre el Norte y el Sur, garantizando la seguridad nacional de las dos partes, y de todos sus vecinos, podría ser claves importantes.
Y a partir de acuerdos sobres los temas citados, mediante acuerdos, llevados a la práctica con tranquilidad y poco a poco quizás sea posible hacer realidad el hoy utópico objetivo de la re-unificación del pueblo coreano.
Por el momento lo que si es cierto es que las movidas de fichas soberanas de ambas coreas ya están condicionando las posturas belicistas de los EE.UU en esa región, tan lejana de su territorio pero tan llena de intereses externos.
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