Pacto migratorio: ¿Un avance o un fracaso?

by JM Arrugaeta, Global Rights | 17 Dicembre 2018 17:49

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El llamado Pacto Mundial para una Migración Segura, firmado durante la Conferencia internacional a convocatoria de la ONU y efectuada en la ciudad marroquí de Marraquech finalmente ha dejado más dudas que certezas.

 

El documento de intenciones se puede entender como un intento de homologar criterios a nivel mundial sobre el creciente y cada vez más complejo de un fenómeno migratorio global, por razones  inter-relacionadas como pueden ser la pobreza y el subdesarrollo, las guerras múltiples o las persecuciones por diversas razones (políticas, étnicas, religiosa…)

 

A pesar de las buenas intenciones de Naciones Unidas, y de enfatizar una y otra vez que solo es un documento de intenciones compartidas que no obliga a sus firmantes a nada concreto ni evaluable, la negativa de un importante grupo de países a subscribir el Acuerdo es ya en si mismo un claro fracaso.

 

Dos son los aspectos que han sido manzana de la discordia por parte de los firmantes ausentes: La primera que el Pacto limita su soberanía nacional en lo que se refiere a la política migratoria (un argumento curioso cuando estos mismos países propugnan una economía globalizada que viola permanentemente su soberanía económica, en beneficio de pequeñas élites). El segundo aspecto ha sido que según ellos el Acuerdo reconoce la emigración como un “derecho humano”, y por lo tanto algo que hay que respetar.

 

Un poco más de 150 países han suscrito el Pacto migratorio, sin que ello les comprometa a nada en concreto, pero las negativas de un grupo de estados a firmarlo tiene más importancia por su situación y papel en este masivo fenómeno humano.

 

Así agrupándolos por grupo podemos encontrar los mayores países receptores netos de emigrantes y exiliados, como los EE.UU, Canadá, Italia o Australia…que se negaron en redondo al Pacto internacional, igualmente hay que señalar otro grupo, con la misma actitud pero por razones diferentes, que en la Europa central y del este que se han convertido el un nuevo “telón de acero” como muro de contención anti-migratorio (Polonia, Hungría, República Checa, Estonia…)

 

Peto incluso podríamos apuntar un tercer grupo de Gobierno cuya actitud parecería contradictoria, dado que son exportadores de emigrantes, pero que nos indican que el tema en sí mismo es complejo y contiene numerosos matices y realidades regionales. Tales son los casos por ejemplo de Republica Dominicana, no firmante, que si bien es exportadora nata de emigración a España y los EE.UU, recibe una inmigración mayor (indeseada por su color) de su vecina Haití, lo mismo sirve para el caso de Chile que exporta población joven pero recibe al mismo tiempo bolivianos que al parecer son un peligro a su “seguridad nacional”, dadas las reclamaciones de esa nación andina de una salida al mar.

Las respuestas a la interrogante inicial podría ser que el Pacto en si mismo no sirve para nada ni compromete a nadie, pero establece algunos parámetros compartidos a nivel internacional y sobretodo deja este tema humano y doloroso encima de la mesa, a la espera de actitudes y soluciones también humanas, así que el Acuerdo internacional no ha sido un avance pero tampoco ha sido un fracaso, sino que está aun en pugna

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